miércoles, 28 de enero de 2015

AMOR Y VIDA





Casualmente, si algo surge al azar. En un atasco de coches en Barcelona me encontré  con un compañero espiritista que llevaba algún tiempo sin ver, mi sorpresa fue grande, dado que le tenía aprecio por la mucha labor realizada en común. A demás, me había ayudado en mi desarrollo como médium, en el centro espiritual en donde había iniciado mi misión muchos años atrás. Me pidió que pasara por allí, que asistiese a alguna reunión, que se estaban haciendo curaciones importantes, dando mucha ayuda en lo humano y espiritual. Se realizaban materializaciones y estaba pendiente una lluvia de flores que, posiblemente, sería el fin de semana. Que era cuando se hacían las comunicaciones de trance. Le agradecí al compañero y hermano su comentario, a la vez, que le prometía mi asistencia.

                                  AMOR Y VIDA


En la manera prometida aquel fin de semana pase por el centro espiritual que durante tantos años había colaborado, del cual guardaba un profundo recuerdo, cariño y amor a todos sus miembros, hermanos en caridad espiritual.
Ya todo estaba preparado, el médium,  una mujer de mediana edad, ama de casa. Sentada en el centro de aquella amplia sala en donde tantas veces había entrado yo en trance. Rodeada por la gente del grupo, mucha gente era nueva que no conocía. Hubo unos momentos de profunda meditación y elevación de pensamiento y el médium entró en trance, penetrando en un estado de total inconsciencia. Era un gozo vivir aquella entrega en  aquél grupo de personas que se habían reunidos para hacer caridad en unión con los espíritus. Con aquellos seres que ya no estaban en el cuerpo físico pero seguían vivos en conciencia y razón. Manifestándose a través del campo mediúmnimico de una persona, para vivir experiencias del mundo corporal.
Tanía, la vieja espiritista seguía llevando la reunión, era la guía material que establecía el contacto con los espíritus.  Se manifestó la portera, a continuación un guía espiritual que hizo algunas consultas curativas. Según las demandas que le hacían personas que estaban en tratamiento con los médicos espirituales.
Ya realizada las consultas hubo una abertura a la caridad espiritual. El guía protector se retiro y empezaron a pasar espíritus, algunos preocupados por problemas que le quedaron pendientes en la vida corporal. Otros, no conocían su situación y no tenían conciencia de su realidad, espiritual. No sabían que materialmente se habían muerto, confundiendo el cuerpo del médium con el suyo propio.
También se manifestó un abuelo que en su vida física había sido espiritista. Desde su mediana edad había perdido la vista, quedando completamente ciego –hacía poco que había fallecido–. A mucha gente que estaba en la reunión no la había visto  físicamente, en aquellos momentos desde el astral con su vista espiritual y la energía material del médium pudo ver a toda la gente que estaba reunida. Su corazón estaba lleno de amor y de gratitud. Una sonrisa sentida y emocional con una respiración contenida envolvía a la gente del grupo, los más allegados le abrazaron.
– ¿Cómo se encuentra, Padre? –le preguntó Tania, su hija.
–Bien hija. – ¡Ya os puedo ver! –indicó el espíritu.
– ¿Necesita algo…?
– ¡No hija! –ya recojo la ayuda que me dais.
Al resto de los asistentes le dio la mano con palabras de cariño, mientras de los ojos del médium salían unas gruesas lágrimas, alguna gente del grupo –mayormente familiares–, no pudieron controlar las emociones y lloraron, con dulzura y amor. Fue un momento intenso, profundo, que rompía toda norma que manifestaba el racionalismo humano.
Al retirarse aquél espíritu quedó una atmósfera de paz, una profunda hermandad había en la gente del grupo. A alguna gente  las conocía por primera vez, en todos había un sentimiento de entrega y confianzas.
Se manifestó otro espíritu que al principio lo hacía en otro lenguaje, tuvo un gesto oriental. Manifestaba fuerza, confianza y mucha paz. Sentí una fuerte vibración, que comunicaba. Mentalmente le pregunté si venía con alguna misión especial, a la vez lo vocalicé para los asistentes materiales. –sí, estamos en misión de servicio, para dar ayuda y consuelo. Se acaba de estrellar un avión, está aislado y necesitan ayuda para serenar la desesperación, hay hermano materiales atrapados por la tragedia, necesitan apoyo.
–Podemos hacer algo hermano para llevarles algún consuelo.
–Ya se lo estáis dando, cuando acabéis el trabajo de amor y caridad que hacéis, elevar el pensamiento, los guías que os asisten os darán indicaciones y el misericordioso Padre os reconfortará.
–Nos puedes manifestar algo sobre tu identidad y misión, si es de justicia y ley hermano.
–Sí, soy oriental, un guía espiritual. Enviado en misión para la ayuda en las tragedias humanas. Que la luz del amanecer os asista y os fortalezca en la misión de caridad que realizáis.
Se retiro sin que nos diese tiempo a hacerle llegar  nuestra gratitud, por su manifestación. Meditaba sobre aquél espíritu que había pasado, a la vez, trataba de visualizar aquella tragedia. Envuelto en meditaciones  sentí un fuerte escalofrío, miré hacía el médium como si me hubiesen arrastrado la vista a aquél punto, no sé si lo hice con los ojos abiertos o cerrados. Pero sí, vi un campo de energía, áurico. Continuando un cambio en aquella cara que iba cogiendo juventud y lozanía, hasta manifestarse la expresión de Gloria rejuvenecida, con tonos metalizados y diáfanos.
– ¡Glo…! –no puede ser..., eché mano a la boca para detener la expresión. Cerré los ojos para no ver y fue peor.  Sentí su voz en mi interior que me decía –es tu camino y misión–,  sentí como una caricia en mi frente, a la vez, se difuminaba aquella expresión tomando la cara del  médium su normal  fisionomía.
Alguna de la gente del grupo eran videntes,  me molestaba  que entraran en mis intimidades, pero así eran las pruebas en lo humano.
–Tenemos que cerrar el instrumento, dado que ha tenido una fuerte sacudidura al utilizar su campo mediúmnimico para dar la ayuda que nos pidieron, está muy debilitada. Que el Padre misericordioso nos ayude en esta misión de amor y caridad que une a los hombres y los espíritus en fraternidad universal. –con estas indicaciones cerraba el guía espiritual la reunión, quedando pendiente los trabajos de ayuda que nos habían pedido que realizáramos.