martes, 26 de septiembre de 2017

LA MANIFESTACIÓN

 
LA MANIFESTACIÓN
 
Me costaba reconciliar el sueño mientras que la imagen de mi amigo escritor se manifestaba con intensidad en la pantalla de mi mente; en ella había un mensaje claro de continuidad que en nuestros encuentros terrenos habían sido imposible, en los distintos lugares en que nos habíamos encontrado. En los años 60 había dejado el ejército para finalizar la carrera de filosofía y letras dedicándose en el correr de los años al estudio de la filosofía, escribió varios libros y colaboró con la prensa escrita. A pesar de nuestras continuadas tertulias dentro del desarrollo intelectual nunca habíamos podido hablar del desarrollo espiritual, ya desligado de la materialidad  hace su manifestación. Por ello, para mí tiene tanta importancia su manifestación desde el otro lado de la vida y desde el silencio del alma  le ofrendo el recuerdo.
 
 
                                                 
                                          Año 1.960
 
En Madrid a los pocos días de mi llegada tuve una inesperada visita de mi amigo escritor, compañero de lucha desde la niñez. Su situación económica y social había cambiado. Estaba en el ejército, se había graduado teniente en la escala de complemento universitario y estaba destinado en Menorca, en la capital.
–Te estaba esperando, quería hablar contigo, estoy en el ejército,  –me indicó mi amigo.
     ¿Cómo te encuentras?
–Muy bien, no me gusta el ejército pero tengo la oportunidad para trabajar y seguir estudiando, acabar filosofía y letras.
–Me alegra verte así, bien…
–Ya me enteré de tus andanzas. ¡Corren las voces!
–Sí,  estuve viviendo en Paris una temporada.
–        ¿Qué proyectos tienes para el verano?
–De momento vuelvo a Francia, allí tengo cosas pendientes. Luego  pienso  ir a  Londres, para trabajar y mejorar el inglés con la idea de preparar una exposición para Nueva York. Para el otoño o la primavera próxima.
–Ven a las Baleares una temporada a trabajar, allí hablaremos sobre nuestros proyectos. Alquilaremos un sitio tranquilo para vivir y trabajar.
–Ya veremos, también tengo problemas en mi casa, y fuertes, –le indiqué.
–Bueno, estaremos en contacto por carta. Yo marcho para las Baleares dentro unos días.
Nos abrazamos después de tomar juntos unas copas. La situación de mi amigo había cambiado en su totalidad, estaba optimista y lleno de proyectos. Con una economía estabilizada que le daba su graduación de teniente, se sentía estable, podía escribir y ampliar estudios.
Me sentía mal en Madrid y a adelanté el viaje a Francia. En Paris fui a visitar a Putin que se había quedado con mi estudio. Las cosas le habían mejorado, había encontrado trabajo estable con los anticuarios en la restauración de iconos, su hija que tenía mi edad había ido a vivir a Paris con su padre.
–Te tengo que presentar a mi hija, –me dijo–. No está de acuerdo con el socialismo que se ha implantado en mi país.
–      ¡Hola! ¿Qué estas de paso?
–No, temporalmente me quedo aquí, –señaló, a la vez que me daba un beso.
– ¿Qué te dedicas al arte?
–No, me interesa la investigación. Estudié medicina y conseguí una plaza en un laboratorio.
Deje resbalar la vista  para ver los cambios que había en el estudio. A la vez repasar la obra que había dejado recogida. 
– ¿Quieres volver a tu estudio? –me preguntó Putin con un gesto de agradecimiento.
–No, mi destino es Londres, para perfeccionar el inglés y preparar obra para una exposición en Nueva York.
 
Durante los días de mi instancia en Paris, compartí muchas horas con Putin y con su hija que era hermosa y culta. Fría en sus emociones, opuesta a su padre en su alta sensibilidad.
Duro poco mi instancia  en Paris, estaba en un estado de inquietud que me daba poco sosiego  y estabilidad. Me desplacé a Estocolmo y allí compartí vivencias con un amigo pintor que me esperaba. Fueron días intensos en la labor artística. Pero algo muy fuerte había cambiado en mi interior, no tenía calma y regresé a Madrid. Mi decaimiento y desencanto iba en aumento, para reponerme decidí adelantar mi viaje a las islas baleares, aquella misma noche cogía un tren a Barcelona. Al atardecer cogía  un barco  que me llevaría a Menorca en donde estaba mi viejo amigo. Era de madrugada cuando llegamos al puerto de Mahón. Allí me esperaba ya con proyectos para los dos.
– ¡Te puedes quedar en la residencia de oficiales, de momento!
–No, buscaré mientras un hotel.
–Ya tengo varias cosas apalabradas que tienes que ver.
Me instalé en un hotel sencillo que estaba en un sitio tranquilo mientras no alquilábamos el apartamento. Había llevado para pintar y mientras no tenía un estudio salía al campo para hacerlo.
Allí conocí artistas jóvenes con los que tuvo acogida y  buen entendimiento.  El nivel social de mi amigo había cambiado, era oficial del ejército con 27 años, se rodeaba con chicas  cultas, de carrera, la clase alta de la isla. Se reunían en el ateneo los intelectuales donde se celebraban exposiciones y actos culturales.
Pronto encontramos lo que buscábamos,  –mejor de lo esperado–. Un pequeño chalet amueblado en la parte alta de la playa a su alrededor no había más casas. Era un sitio privilegiado. Mi amigo dejó la residencia de oficiales y se fue a vivir a la nueva casa.
Enseguida, libremente empecé a proyectar bocetos. Eran días intensos  que se trabajaba y disfrutaba de la naturaleza lejos del bullicio de las grandes ciudades. Entré en el círculo de las amistades de mi amigo –lo más selecto de la isla– chicas que cursaban estudios en Madrid o Barcelona.
Tenía  27 años, me había dejado barba para no tenerme que afeitar, era abandonado para mis cosas personales, pensaba que así pasaría  más desapercibido en la isla pareciéndome uno más de aquellos forasteros que por una causa o por otra estaban en la isla. 
 
Cuanto más entraba en las vivencias humanas una reacción cada vez mayor se manifestaba en mi interior que ponía comunicación y sosiego en aquel despertar espiritual de mi viejo amigo escritor ya desde la otra orilla de la vida.
 
 

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